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domingo, 14 de octubre de 2012

LA EMPRESA CARTAMEÑA PROLONGO CRECE EN PLENA CRISIS GRACIAS A LA EXPORTACIÓN.-

FUENTE. DIARIO SUR
AUTORA NURIA TRIGUERO

EL SECTOR ALIMENTARIO SE HACE FUERTE.-

Carne de cerdo en Rusia, aceite de oliva en China, queso de cabra en Francia, aguacates en Suecia... Los productos del campo malagueño viajan cada vez a confines más alejados del mundo. Y gracias a eso, el sector agroalimentario está afrontando la crisis de forma diferente al resto de la economía provincial: manteniendo e incluso aumentando su nivel de actividad y empleo.

Las cifras de las grandes compañías agroalimentarias no dejan lugar a dudas: son una excepción en la epidemia de números rojos que asola al tejido empresarial malagueño. El gran grupo oleícola Hojiblanca; las cárnicas, lideradas por Famadesa y Faccsa-Prolongo; las comercializadoras hortofrutícolas Trops, Montosa, Frunet o Balcón de Europa; las decenas de bodegas repartidas por la provincia; las factorías queseras; las industrias de transformación del pescado; los almacenes cerealistas y los fabricantes de piensos conforman un sector que siempre se ha caracterizado por la estabilidad, pero que ahora está jugando con una baza añadida: la exportación.

En la provincia hay registradas 125 industrias agroalimentarias, más de un tercio del total andaluz. Un liderazgo que, además, contrasta con la modesta superficie agraria malagueña. En cuanto al empleo, a los alrededor de 11.000 trabajadores de la agricultura hay que sumar los más de 6.000 de la industria agroalimentaria.
La intensa destrucción de empleo que han sufrido la construcción y los servicios no se ha notado de la misma manera en este sector, según el secretario provincial de la Federación Agroalimentaria de Comisiones Obreras, Francisco Lara. «Después de la mala racha que se vivió en Málaga con los cierres y despidos de Heineken, Panrico, Colema, Puleva o Bacardi, ha venido una época de estabilidad. Calculamos que el empleo ha podido caer un 10% por la crisis pero las grandes empresas resisten», afirma.

En el caso de las explotaciones puramente agrícolas sí hay fluctuaciones de empleo, pero no debidas a la coyuntura económica, sino a la estacionalidad del trabajo en el campo, a desastres climatológicos o a crisis de precios.

En la provincia conviven industrias de capital malagueño como las ya citadas con centros productivos pertenecientes a empresas nacionales (como Mahou-San Miguel, Siro o Verdifresh) o internacionales (Coca-Cola, Ecomsa-Icelandic o Quesos Angulo). La sensación que reina hoy en este sector puede resumirse en la reflexión de Francisco Requena, adjunto a la dirección de Faccsa-Prolongo. «Hace diez años, cuando veíamos a los banqueros y a los empresarios de la construcción ganar fortunas, dudábamos si habíamos hecho una buena apuesta. Ahora vemos que sí, porque nosotros seguimos cobrando todos los meses». Su competidor más directo, Federico Beltrán, dueño de Famadesa, coincide: «El sector agroalimentario es el más estable ahora mismo. Ganamos poco y a veces incluso perdemos, pero aguantamos, que ya es mucho». Su afirmación no llega a hacer justicia a la evolución de la industria porcina malagueña, que encadena crecimientos anuales de entre el 5 y el 10% en plena crisis y se sitúa en segunda posición del ranking nacional por detrás del 'lobby' catalán.

Exportaciones de récord

¿Cómo se explica esta senda alcista en empresas que dependen del consumo familiar, hoy bajo mínimos en España? El argumento de que producir alimentos es un negocio seguro puede ser válido para justificar un mantenimiento de la actividad, pero no para generar tasas de crecimiento como las ya mencionadas de las industrias cárnicas, u otras más llamativas como la de Trops, que prevé triplicar su facturación el año que viene; u Hojiblanca, que espera alcanzar los 500 millones de euros este año. La respuesta está en dos fenómenos conjugados: la internacionalización y la concentración de la industria agroalimentaria malagueña.

Las exportaciones de alimentos y bebidas 'made in Málaga' marcaron un récord histórico en 2011, alcanzando un valor de 524 millones de euros, y van camino de superarlo este año, puesto que en los primeros siete meses del año ya han superado los 280 millones. El salto es más evidente si estas cifras se comparan con las de seis años atrás: en 2005, el sector agroalimentario malagueño facturó en el extranjero 325 millones de euros, un 40% menos. A día de hoy, los productos agroalimentarios suponen ya más de un tercio del total de las ventas malagueñas al exterior. Y seguirán ganando cuota, porque su ritmo de crecimiento es superior al del conjunto de las exportaciones.
Este crecimiento en los mercados exteriores es lo que está permitiendo a las empresas malagueñas seguir creciendo en época de vacas flacas. Así lo reconocen los responsables de Faccsa-Prolongo. «En los últimos cinco años nuestras ventas de carne han aumentado a ritmos del 5 al 7% de forma sostenida. Y ha sido gracias a la exportación, que ha pasado de aportar un 20% de las ventas al 50%: 40 millones de kilos al año», afirma Francisco Requena. «Podríamos crecer aún más pero tampoco queremos descuidar a nuestros clientes españoles ni concentrar riesgos en el extranjero», añade. Cada semana, este matadero ubicado en Cártama fleta una media de treinta contenedores repletos de carne de cerdo que viajan en barco hasta Rusia, China, Corea y Filipinas, entre otros muchos países. Los mercados más fuertes son Rusia y China, que absorben la mitad de las exportaciones. «Estamos creando empleo y ya somos más de 650 trabajadores en nuestro complejo industrial», asegura Requena.

Similar es el salto que ha dado Famadesa, el sexto mayor matadero de cerdos del país con 101.000 toneladas de carne producida al año y alrededor de un millar de empleados. Su máximo accionista, Federico Beltrán, reconoce sin complejos: «Sin la exportación no subsistiríamos». El empresario explica que desde que empezó la crisis, las ventas en España van cayendo año a año, no solo por la bajada del consumo sino porque el mercado está cada vez más dominado por las cadenas de distribución.

Famadesa ha conseguido compensar este bache con su crecimiento internacional, que la ha llevado a alcanzar a una cota de exportación del 30%. «Mi ilusión sería llegar a un 50% en dos o tres años. Están mucho más interesantes los mercados exteriores. Y el coste de transporte no es tan caro: fletar un contenedor hasta Hong Kong es más barato que mandar un camión a Alemania», explica. De ahí que esta industria cárnica haya invertido recientemente más de 4 millones de euros en una ampliación de sus instalaciones en Campanillas que le permitirá aumentar otro 10% sus exportaciones.

Tampoco ha dudado en realizar una gran inversión de futuro la mayor cooperativa de subtropicales española: Trops, de Vélez-Málaga. 17 millones de euros se ha gastado esta sociedad agraria de transformación para construir una nueva nave que le va a permitir triplicar el volumen de aguacates, mangos, chirimoyas, litchis y kumquats, con el consiguiente crecimiento de socios (actualmente tiene 1.800) facturación (con 32 millones cerró 2011) y empleo (hoy tiene cien trabajadores). El 80% de sus ventas se realizan en el extranjero.

Inversiones

También desde Vélez-Málaga sigue creciendo de forma imparable Frutas Montosa, que además de ser el mayor comercializador de aguacates de España, fabrica en exclusiva todo el guacamole que vende Mercadona. La compañía, que tiene 150 empleados, acaba de invertir más de un millón de euros en una nueva maquinaria que permite triplicar el plazo de caducidad de dicho producto, lo cual le abre las puertas del mercado exterior. Un ámbito en el que ya tiene una sólida experiencia con la venta de aguacate.

Los empresarios del sector agroalimentario coinciden en que su éxito internacional actual es fruto de muchos años de trabajo. «En esto no se puede empezar de hoy para mañana, hay que coger mucha carrerilla», afirma el directivo de Prolongo. Homologaciones, auditorías, búsqueda de intermediarios y distribuidores, viajes, ferias promocionales... El viaje hacia la exportación es largo y tortuoso, pero da satisfacciones. Que se lo digan a Hojiblanca, que hizo las maletas por primera vez en 1987 y hoy genera la mitad de su negocio (que ronda ya los 400 millones de euros) en el extranjero; a bodegas clásicas como Málaga Virgen o Quitapenas, que llevan el vino Málaga a cientos de países; o a Hutesa, envasadora de aceitunas de mesa que desde sus orígenes está volcada en el mercado exterior.

Fijándose en estos casos de éxito, cada vez más empresas de pequeño y mediano tamaño se embarcan en esta aventura internacional, algunas ya desde su nacimiento. El mejor ejemplo está en las pequeñas bodegas de autor que han surgido en los últimos años en Ronda y la Axarquía, como Jorge Ordóñez, que exporta prácticamente toda su producción.

Sin embargo, el gerente de la Federación Andaluza de Empresas Cooperativas Agraria, Carlos Cinta, advierte de que tanto como internacionalizarse, el sector agroalimentario malagueño necesita concentrarse, sobre todo en el primer eslabón de la cadena, el de los productores. «El éxito de Hojiblanca o Trops se basa en la fuerza que les da el número de socios que tienen. Su tamaño les permite llegar a donde otros pequeños no pueden y tener más fuerza frente a los compradores, que sí que están muy concentrados», argumenta.

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