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lunes, 26 de noviembre de 2012

REPORTAJE A DIEGO BONILLA, PROFESOR DEL COLEGIO LA MATA DE CÁRTAMA.-

FUENTE. DIARIO SUR
AUTOR. Pedro Luis Alonso

No hay mal que por bien no venga. Diego Bonilla conoció el deporte por un problema físico. Una discapacidad en su espalda, cuantificada como del 34 por ciento, lo rescató de sus prácticas sedentarias. «Fue empezar a hacer ejercicio y cambiar mi vida», afirma tajantemente ahora este profesor de Educación Infantil en La Mata, en Cártama. Una dura caída con apenas ocho años, en la que perdió el conocimiento, le generó una malformación. Se le desplazaron algunas vértebras y no se colocaron en su lugar. Bien entrada la treintena tenía problemas en las cervicales, escoliosis en las dorsales y una hernia discal. Fue su quiropráctica, Penny Tesaca, la que lo llevó a hacer una serie de ejercicios, que evitaron el paso por el quirófano, en el que pretendían soldarle siete vértebras.

«Podía haberme quedado en silla de ruedas», recuerda ahora. Nuestro protagonista empezó haciendo senderismo y pasó por modalidades más duras hasta llegar al ultrafondo, su gran especialidad. Ahora Bonilla tiene previsto correr por primera vez en la tercera edición del Maratón Ciudad de Málaga, el domingo 9 de diciembre (desde las nueve de la mañana).
Será su vigésimo noveno maratón. El veterano atleta fue descubriendo poco a poco sus capacidades aeróbicas, hasta determinar que tenía unas condiciones singulares y una capacidad insospechada para el sufrimiento. Empezó con rutas con la asociación Málaga a Pie, más tarde con un grupo de la Diputación y otro de la Universidad de Málaga, hasta que llegó su primera competición: la media maratón de Málaga. «Hice testamento, porque pensaba que me iba a morir», rememora, y no de broma. «Entregué cinco euros a un compañero sin saber para qué y me inscribieron. Pasé de pasear por el campo a correr, pero hice muchas cosas mal, como llevar un reloj de acero o ropa de algodón...».

En muy poco tiempo, Diego Bonilla siguió conociendo competiciones, cada vez más exigentes, y siempre sin perder una práctica, correr diez kilómetros a diario. Su figura enjuta lo delata, como su historial, que parece casi imposible de cumplir en apenas ocho años: cinco presencias en el Ultra Trail del Mont Blanc, con diferentes rutas y grados de dureza; dos 'ironman', los de Lanzarote y Niza; veintiocho maratones (siete veces en Sevilla, tres en Ciudad Real y Barcelona, una en Madrid y Valtiendas, donde se corre por parejas, entre otras), cinco presencias en la peculiar carrera De Granada al Pico Veleta (de subida) y la Everest Trail Race, que se disputa a casi 5.000 metros de altitud con fuertes desniveles salvados en cada etapa.

Múltiples hazañas

Acabar la mayoría de estas pruebas, catalogadas como de fondo y ultrafondo, no es la única hazaña de Bonilla, que este verano completó la ruta tradicional del Camino de Santiago (817 kilómetros) en doce días, 23 horas y 45 minutos. Uno de sus empeños es que las diferentes pruebas del calendario nacional incluyan una categoría específica para discapacitados. Como pretende que se alcance en el maratón Ciudad de Málaga. Para ello ya ha tenido conversaciones con sus organizadores, la empresa pública Málaga, Deporte y Eventos, del Ayuntamiento de Málaga.

«Si no hiciera esfuerzos aeróbicos de este tipo el deporte me haría más mal que bien. Es en las grandes distancias cuando noto que voy bien», se justifica este malagueño, que añade: «El maratón me sirve para tener más fondo, pero no voy a competir». Por eso, él lo ha llegado a completar en tres horas y 31 minutos.

Esta temporada se acaba de recuperar de unos problemas en los dos tendones de Aquiles, lo que le ha tenido más tiempo del deseado sin participar en pruebas, mimado siempre por los especialistas que lo atienden, el internista José María Romero, el traumatólogo Javier Gil y el fisioterapeuta Fernando Fernández.

Al fin y al cabo, Diego Bonilla no es un deportista al uso. Parte con un inconveniente causado por sus problemas de espalda. «Acabo con molestias, y tengo que calentar y estirarme mucho antes y después de cada prueba, además de verme obligado a tomar muchos antiinflamatorios», reconoce, pero lo afronta con sumo orgullo. Disfruta como un principiante del ambiente deportivo que se genera en el entorno de las competiciones y recuerda que su mujer y su hijo respaldan plenamente lo que hace.




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